El lunes comenzamos una formación para los
maestros de nuestras escuelas de Bozoum, para las de los poblados y para las de
Bossemptele: ¡casí ochenta maestros!
Durante dos semanas estarán ocupados para
recibir nuevos estímulos y nuevas formas para la enseñanza del Francés, de Matemáticas
y de Educación Cívica. En un momento de fuerte crisis del país, creemos que es
necesario relanzar la enseñanza que las que son normas de base del vivir y
convivir civil. Para volver a aprender cuáles son los derechos (aquí con
frecuencia pisoteados) y los deberes (con mucha frecuencia evitados, antes de
todo por las autoridades civiles).
Los cursos comienzan a las 8 de la mañana,
hasta las 12. Después de una pausa para la comida, se reemprende desde las 14 a las 17... Muy intenso y
duro, pero los maestros están contentos de poder perfeccionarse en el trabajo
que hacen.
El miércoles por la tarde me puse en carretera
para Ngaundasye, un poblado a 210 kilómetros del Bozoum. Paso por las
misiones de Bocaranga y Ndim, y a las 19, después de casi seis horas de
carretera (horrible, a veces pésima y viceversa...) y nueve barreras de
rebeldes... llego a Ngaundaye. Me informan de que el mismo día los rebeldes, en
el poblado de Makle (a solo cuatro kilómetros), han matado a siete
campesinos...
Por todos los sitios por donde paso, el mismo
estupor: a cinco meses del golpe de estado, continúan los asesinatos y los
saqueos. No existen autoridades, y los rebeldes siguen haciendo lo que quieren
con toda impunidad... Precisamente en estos días, en Bangui, se han repetido
los ataques de la Séléka, los rebeldes, en algunos barrios. Al fin, la gente
despavorida, robada, herida... ha pensado que el único lugar seguro era el
aeropuerto. Aquí hay militares franceses y los de la MISCA (una fuerza
internacional de los países de África Central). Vuelos suspendidos algunos
días, pero al menos ha servido para algo.
A la vuelta... me divierto un poco con las
barreras de los rebeldes. En Bocaranga me paran, y un centroafricano me pregunta
dónde voy. Le respondo que una vez que sabe dónde voy... ¿qué puede hacer él?
Me dice que la suya no era una pregunta mala, y le respondo que tampoco lo era
mi respuesta...
Llega el jefe, que evidentemente no ese centroafricano
(no habla el sango). Me pregunta: "¿Qué hay en las maletas"? Le digo
que mi ropa. Me pide la autorización para el viaje, y le digo que no la
necesito. Yo en sango y él más o menso en francés. Me dice que no entiende el
sango. Le digo que si no es del país, podría también volverse de donde ha
venido... Me dice que él es centroafricano, "pero yo he crecido en el
Camerún". Discutimos un poco, luego se enfada y me hace pasar. El centroafricano
que me abre la barrera, y ha asistido a la escena, me hace un guiño, todo contento.
Continuamos el viaje riendo...
Aquí en Bozoum... todo sigue. Los refugiados
aumentan (hemos registrado más de 2970).
Pero en la carretera que lleva a la Misión, en
los troncos de los mangos, hay magníficas orquídeas. ¿Podrá también Centro
África renacer y florecer así?
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